
Por: César Vanega Lozada, estudiante de periodismo.
Aquel 15 de enero de 1993, Daniel Diez, liderando un grupo de jóvenes, colocaría la primera piedra de un camino, en aquel entonces, poco transitado.
Individuos e historias diversas, de todo tipo de colores, formas y sentimientos, fueron encapsulados en cientos de materiales audiovisuales, que adornan un legado y una marca imposibles de olvidar.

Sencilla y llanamente, representan una sola palabra: memoria.
Ser pionero y maestro al mismo tiempo no es nada sencillo. Enseñar el manejo de una cámara, la grabación de audio o revelar los matices del oficio desde cero a personas que nunca habían conocido la maravilla del video y el sonido, es algo digno de admirar.

Hay que preguntarse de qué materia se crean estos seres que regalan tanto saber, que tienen tanta luz larga y una visión que llega hasta los lugares más recónditos.
Para esto existen los aplausos. Por todo esto, el sueño sigue vivo, porque se alimenta de sus propios frutos, generadores de las vitaminas que lo llenan de vida mientras más pasa el tiempo.
Video:
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