
Pastor Batista Valdés | pastor@granma.cu
Aunque no todos vivimos aquel momento, tan «lejano» como lo que se tiene ahora mismo en la palma de la mano, o en el pecho, nadie lo olvida.
Era 28 de septiembre de 1960, uno de esos días que el calendario reserva con notable orgullo para la historia. Una multitud se había congregado junto al Palacio Presidencial para escuchar a Fidel, que recién regresaba de su también histórico viaje a Estados Unidos.
Inquieta y envidiosa, alguna mano gusana hizo estallar dos o tres petarditos que, lejos de asustar, terminaron siendo objeto de burla colectiva y punto de partida para que el máximo líder de la Revolución Cubana revirtiera la acción en más unidad de pueblo.
Tan así fue, que ese día vieron la luz los Comités de Defensa de la Revolución (CDR): estructura popular, comunitaria y sin precedentes, encaminada a robustecer desde todos los puntos de vista la defensa del país en cada cuadra, en todas partes.
«Vamos a establecer un sistema de vigilancia revolucionaria colectiva… para que el pueblo vigile, para que el pueblo observe, y para que vean que cuando la masa del pueblo se organiza, no hay imperialista, ni lacayo de los imperialistas, ni vendido a los imperialistas, ni instrumento de los imperialistas que pueda moverse», dijo Fidel aquel día, y qué fervor desataron sus palabras.
Cerremos los ojos todos. Los más adultos para recordar y las nuevas generaciones para imaginar a personas de todas las edades limpiando áreas, recogiendo basura, adornando casas, edificios y otras instalaciones; acopiando materia prima para beneficio de la economía, donando voluntariamente sangre para salvar vidas humanas; niños pasando hogar por hogar indicando apagar todas las luces o equipos innecesariamente conectados, gente haciendo guardia en plena madrugada para no dejarle el menor filo al delincuente o al contrarrevolucionario…
Como dijo Fidel hace un cuarto de siglo, «estos tiempos son más difíciles, mucho más difíciles, tenemos que estar conscientes de eso; se requiere un esfuerzo mayor, se requiere una valentía mayor, se requiere un heroísmo mayor, se requiere una inteligencia mayor, se requiere una organización más eficiente, se requiere una moral más alta, se requiere una lucha más tenaz, precisamente para preservar la patria, la Revolución y las conquistas del socialismo».
Difíciles son los tiempos sí, pero no existe la disyuntiva de empinarnos o rendirnos, porque no cabe duda alguna en el seno de una organización que nació con cinco velocidades directas… pero sin la marcha atrás.