Odette Elena Ramos Colás | Fotos tomadas del perfil de Facebook de Katia Alarcón
Según informó Katia Alarcón, directora general de la Empresa de Aprovechamiento Hidráulico del territorio, este volumen representa un hecho excepcional: solo en dos ocasiones el embalse ha sentido esta plenitud.
La primera vez fue el 13 de octubre de 2007, y ahora, tras el paso de Melissa, se repite el fenómeno, como si el agua escribiera su propia memoria y dejara constancia de un ciclo que se renueva, manifestó.
Durante 24 horas, las nubes descargaron sobre Santiago de Cuba un torrente de 311.0 milímetros (mm) de lluvia, un diluvio que se traduce hoy en seguridad hídrica, garantía para la agricultura y en esperanza para las comunidades, refirió.

Los mayores acumulados de precipitaciones durante el fenómeno meteorológico se registraron en Chivirico (313.0 mm), Cruce de los Baños (300.1 mm), Gran Piedra (288.9 mm), El Cristo (274.4 mm), El Cobre (267.4 mm) y La Maya (261.1 mm), significó la especialista.
También se reportaron cifras significativas en Los Reynaldos, Los Negros, Presa Hatillo, Charco Mono, Ciudad de Santiago de Cuba, Mangos de Baraguá, El Caney, Micro 7, Correo Palma Soriano, Ocujal, Uvero y Aserradero, lo que evidencia la magnitud del evento climático.
El embalse Parada, testigo silente de tantos veranos sedientos, precisó Alarcón, se convierte hoy en símbolo de resiliencia y renovación: la lluvia, que llegó con fuerza, deja ahora una promesa fértil en el horizonte: la de un territorio que, pese a los embates de la naturaleza, se levanta con más agua, más vida y más futuro.
Melissa, aunque resultó un huracán intenso, no dejó víctimas fatales, según confirmó Luis Ángel Macareño, segundo jefe del Estado Mayor de la Defensa Civil de Cuba, durante su intervención en el programa Mesa Redonda, de este miércoles.



